Hay muchas cosas que requieren su tiempo y no podemos reducir su ejecución por muchos recursos que utilicemos. A pesar de que las matemáticas básicas nos digan que:

Si 1 persona hace un determinado trabajo en 10 días, entonces 10 personas podrían hacerlo en 1 día.

Lo cierto es que en muchas ocasiones la naturaleza del trabajo a realizar hace que esto no sea posible. Hay algunos trabajos mecánicos que aceptan este tipo de división de la carga de trabajo. Suelen ser tareas poco cualificadas y que pueden dividirse en partes independientes sin afectar al resultado. En la mayoría de las ocasiones nos encontramos con un trabajo intelectual o que la construcción de elementos está interconectada, por lo que la ejecución de las tareas tiene un límite temporal mínimo para su ejecución.

En la gestión de proyectos se olvida con frecuencia este hecho y, sobre todo en situaciones de crisis. En esas situaciones se tiende a incrementar los recursos para recuperar el tiempo perdido, intentando dividir la carga de trabajo entre más recursos y de esta forma intentar avanzar más deprisa. Esta medida es sencilla de entender por la dirección, y aunque incremente los costes, es bastante bien recibida por los clientes cuando se tiene que cumplir una fecha de entrega.

En la práctica incrementar los recursos en momentos de crisis puede causar aún más retraso: hay que formar a los nuevos miembros del equipo, es necesario encajarlos en las actividades ya existentes, es fácil que se incremente la necesidad de coordinación y, en general, su incorporación distrae a todos los miembros del equipo.

Nueve mujeres no hacen un niño en un mes.

Esta verdad es utilizada en ocasiones como excusa general para no forzar a los recursos, para no reducir los tiempos hasta donde realmente es posible, utilizándose como base para disponer de más tiempo para el proyecto. En muchas ocasiones sí es posible dividir las tareas en partes más pequeñas que se pueden realizar por personas diferentes con un razonable índice de concurrencia, reduciendo de esta forma el tiempo total del proyecto.

Debemos conocer los límites reales en los que se puede dividir un trabajo y el número máximo de recursos razonables para los diferentes tipos de tareas de nuestro proyecto y de esta forma podremos mantener el adecuado equilibrio entre la concurrencia y la serialización de las tareas.

 

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