Convertir opciones estratégicas en comportamientos operacionales es un reto considerable. No sólo es preciso teorizar y optar, sino que deben armonizarse decisiones, capacidades y recursos en una adecuada implementación de la estrategia.
Para ello se pueden utilizar gestiones clave en la estrategia de sistemas de información que, coordinados por un control de estrategia, canalicen adecuadamente la implantación. Esta es una clasificación en cuatro grupos[1]:
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Gestión del valor de retorno de la inversión que, a través de unos principios de inversión, midan el grado de aportación de valor a la compañía.
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Gobierno de las decisiones, no tanto las relacionadas con el día a día de las operaciones de TI, sino con el lugar en que se garantiza la consistencia con la estrategia de sistemas de información. En definitiva el desarrollo de esta labor trata de dotar de las capacidades adecuadas a las unidades de decisión y de ubicarlas en el lugar más adecuado.
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Tecnología, entendido como la capacidad de extraer del conjunto de tecnología disponible, aquella que se adapte mejor al Ámbito de la Tecnología y las Competencias que la Estrategia de Sistemas haya definido.
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Capacidades Organizativas, definiendo las habilidades que mejor potencien las posibilidades técnicas y que mejor acompañen el foco organizativo de la compañía.
El peso, la ubicación organizativa y los procesos asociados a estas gestiones clave vendrán dados en función de la alternativa tomada en el apartado de posicionamientos y son precisamente estos los parámetros que deben ser objeto de decisión.
[1] Competing in the Information Age; Strategic alignment in practice. Luftman. Oxford Publishing.
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